Sabado 23 de Mayo.
Saltar de un acantilado sabiendo que debajo hay tantos almohadones como para que no pase nada.
Respirar un aire finísimo a kilómetros de altura.
Vivir en un caleidoscopio en el que se observan miles de tonalidades y formas que todavía no tienen nombre.
Saber lo que se siente besar la luna cuando está empezando a mostrar su cara en las primeras horas del cuarto creciente
Ver cientos de imágenes abstractas a la vez y que todas terminen explotando de manera colorida.
Mirar hacia un horizonte imaginario con expresión solemne y filosófica.
Llegar a la conclusión de que las sensaciones que uno tiene son imposibles de describir...